mayo 24, 2011

¿De dónde sacas tanto tiempo?


Yo siempre me lo pregunto, y no soy el único que lo hace. No soy superman, ni intento salvar al mundo, ni convertirme en mártir, mesías o algo parecido.

Es algo que no sabría definir, entre altruismo, masoquismo e ironía, entre pasión, dharma y magia. Son ganas de sentirme ocupado, y a la vez seguir pensando que lo hago todo para mi mismo.

Es poner mi granito de arena para sentir que cuando muera habrá algo porque ser recordado; algo para aquellos que vienen detrás de mi; que quizás mi lucha aligere la suya.

Pero es también sacarle el jugo a cada segundo, aprender a ser multifuncional; “polifónico”, diría un amigo; “pensar como mujer”, diría otro; ser capaz de escribir, diseñar, planificar, editar, recortar, trazar, investigar, llamar, pedir, conversar, promocionar, invitar, luchar, estudiar y amar con intensidad en cada oportunidad (y todas juntas si es posible).

Es el animal social también, ese que te lleva a sacarle conversa a todos en la cola del banco o del supermercado, que te motiva a expandir tu lista de amigos, conocidos, panas, entre otros, solo por darte el gusto de poder celebrar más cumpleaños y tener más manos que estrechar durante el día, repartir más abrazos y besitos en la mejilla. Es la búsqueda incansable de terminar el rompecabezas del YO, cuyas piezas se esconden en las miradas de todos a quienes tocamos con nuestras acciones.

Es eso lo que hace que mi día tenga casi 72 horas, que mi semana dure 21 días y mi año pase por los 36 meses; es lo que convierte cada momento en una eternidad, cada encuentro en una fiesta y cada “HOLA” en una oportunidad para sonreír.

Es así como parece que hago más. Es cuestión de actitud, de ser altruista sin perder el egoísmo, y ser siempre el caos en la página en blanco. Siempre el gato que esconde un mundo tras la luz de su sonrisa cegadora.

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