mayo 22, 2011

Comer. Rezar. Amar

Anoche vi una película genial. Se llama “Comer. Rezar. Amar.” (En inglés: “Eat. Pray. Love.”) Y lo interesante de esta película es que me hizo pensar mucho en el proceso por el que todos los seres humanos debemos pasar para conocernos a nosotros mismos. Y como muchas veces creemos conocernos muy bien, hasta que alguna circunstancia, algún problema, algún cambio repentino nos sacude el mundo y de repente comenzamos a cuestionarnos todo lo que nos rodea. ¿Es realmente la vida que deseamos? ¿Somos aquello que tanto anhelábamos llegar a ser? ¿Estamos junto a la persona que queremos estar? ¿Vivimos bajo las condiciones que deseamos realmente?

Y si no hallamos una respuesta positiva a estas preguntas… ¿entonces que?

¿Vale la pena hacer todas nuestras creencias, nuestros deseos, nuestros sueños a un lado solo para “intentar” ser felices junto a alguien? ¿Vale la pena sacrificarnos a nosotros mismos para “intentar” no lastimar a otra persona? Como dicen en una escena de la película: “Podemos ser infelices juntos, pero ser felices por el hecho de no estar solos.”

La protagonista de la película decide ponerse a sí misma primero, y se embarca en un viaje para descubrir su verdadero propósito en la vida, para encontrar su verdadera razón de ser, para estar más cerca de dios, para recuperar la risa, la emoción y la pasión en su vida.
 
Su primera parada: Italia. Aquí descubre un mundo lleno de placeres, de sabores, de aromas y amores fugaces, de pasiones sinceras, de gente expresiva y cálida que lleva sus costumbres e ideales de la mano de un idioma fluido y romántico. Aquí conoce una filosofía de vida opuesta a su vida atareada y estresada de la gran ciudad: “IL DOLCE FAR NIENTE” o “la dulzura de no hacer nada.”

Segunda parada: La India. Y un claustro religioso se convierte en su hogar. Entre muros llenos de plegarias, cantos, labores domesticas y votos de silencio, descubre la importancia de la conexión con el Yo interior, la belleza de la meditación para encontrar la paz, lo crucial de aprender a perdonarse por las decisiones tomadas, los corazones rotos y las lagrimas derramadas. Todo esto la lleva a una verdad absoluta: Dios se esconde en cada uno de nosotros, en nuestra forma de ser, en nuestra personalidad, en nuestras decisiones, y no tiene mucho sentido matarnos buscándolo fuera.

Y para terminar, llega a Bali, donde la rodea un paraíso tropical, un jardín lleno de bellezas y paz, donde convergen tradiciones, culturas, formas de pensar e ideales para forjar las posibilidades de un futuro mejor. La necesidad la lleva a buscar ayuda ancestral, a desconectarse por completo del universo y vivir solo para sí. Y es aquí donde descubre la ultima verdad, una verdad que yo mismo he comprobado en mi vida: “A veces, cuando te propones hacer algo en el mundo para ayudarte a ti mismo, terminas ayudando a todo el mundo.”

Y en medio de este paraíso tropical, con la posibilidad de un nuevo amor en la puerta, con las manos llenas de oportunidades y nuevos sueños, llega a una fascinante conclusión que compartiré con todos ustedes, es algo que ella llama “La Física de la Búsqueda”, haciendo referencia a la eterna búsqueda en la que pretendemos encontrarnos a nosotros mismos al final del camino y ser verdadera y plenamente felices:

“Si eres lo suficientemente valiente como para dejar atrás todo a lo que estas acostumbrado, cualquier cosa, desde tu casa hasta el resentimiento y los recuerdos del pasado, y de embarcarte en un viaje interno o externo para encontrar la verdad sobre ti mismo y tu lugar en el universo, y si realmente estas preparado para ver cada situación como una pista o una prueba, y si logras entender que todas las personas que se crucen en tu camino tienen algo que enseñarte, y si eres capaz de enfrentarte a ti mismo y aceptar las cosas que tratas de esconder o negar, entonces la verdad te será revelada sin dudarlo.”



1 comentario:

muhabat amurabak dijo...

yo estoy leyendo el libro y de verdadme encanta , no he visto la pelicula , pero me dicen que es buena.
me gusto su blog!