octubre 12, 2015

Decálogo de Sexo

La pregunta del día es: ¿por qué te acuestas/has acostado con tanta gente en tu vida?

Bueno, tengo varias respuestas a eso, o quizás varias partes de una misma respuesta. Mi propio decálogo para ser exacto.

1. Porque soy curioso. Porque conozco a alguien y quiero saber cómo es su pene, si, lo digo en serio, su pene, sus testículos, qué cara pone al acabar, si gime o jadea, si se queda quieto como un muerto o si es de esos que se mueve como si estuviera bailando. Ni siquiera es una necesidad de hacerlo con él directamente, para mí es suficiente el verlo con alguien más o verlo masturbarse. Mi curiosidad se verá satisfecha si puedo analizar sus expresiones de placer libremente. Y quizás si todos pudiéramos satisfacer nuestra curiosidad el sexo dejaría de ser algo tan prohibido y tan deseado a la vez.

2. Porque me da morbo. El sexo debe dar morbo, debe producirte un hormigueo raro en la panza, o una sensación de dificultad al respirar, o debes sentir la sangre subiendo al rostro, o el corazón acelerado. El sexo debe hacerte sentir algo. Bueno, a mí me hace sentir muchas cosas. Como persona empática que soy, yo disfruto el sexo por lo que veo que disfrute la otra o las otras personas. Por eso no necesito ni acercarme, si puedo ver su placer, oírlo, olerlo, sentirlo en las más mínimas vibraciones del aire, es perfecto y es suficiente para mí.

3. Porque me importa muy poco la opinión de los demás. Sé que la gente siempre hablará de chicos como yo, pero como ellos no pagan mi alquiler, ni mi mercado, ni mi internet o agua o luz, pues realmente me importa muy poco lo que digan o dejen de decir. Es más, es genial que hablen de mí, eso sólo demuestra la envidia que me tienen porque hago lo que ellos se mueren por probar. Y, seguramente, porque yo si me he tirado a todos los chicos que ellos ni se atreven a saludar, o me habré acostado con sus novios o sus ex, o qué se yo. Pero mientras más hablan de mí, más curiosidad les da a otros chicos de saber que tan bueno puedo ser en la cama. Y créanme, hasta ahora nadie se ha ido decepcionado, por algo siempre vuelven pidiendo más.

4. Porque jamás pienso dejar que alguien me diga cómo, cuándo, dónde o con quién puedo usar mi cuerpo. Ni el cura en la iglesia que seguramente se estará masturbando pensando en alguna chica o tocando a un niño del vecindario; ni el político que se sentará en su oficina y habrá contratado a su secretaria para verle las tetas y soñar con el día en que se la va a tirar; ni el militar que a escondidas se coje al más marico que encuentra para seguirse sintiendo hombre porque es el sexo más fácil que consigue; ni mis padres que se habrán montado cachos alguna vez en la vida; ni mis hermanos que tienen sus historias personales; ni mis vecinos que los he oído jadear cuando me oyen a mí disfrutar del sexo; ni mi casero que tendrá amantes en todos los países que pisa en sus viajes; ni el resto de los maricos de esta sociedad que llegan a sus casas a darse un buen pajazo pensando en lo bueno que debe follar ese tipo, mientras yo si me lo estoy haciendo con él.

5. Porque mi cuerpo es mío. Esto tiene mucho que ver con la anterior, pero es un asunto más íntimo que lo que diga el resto de la sociedad. Mi cuerpo es mío, es mi templo, es mi juguete, es mi lienzo, es mi herramienta, mi dildo, mi vibrador, mi todo. Y yo deseo compartirlo, ejercitarlo, masturbarlo, rozarlo, disfrutarlo, sentirlo temblar de placer y convertirlo en una fuente de placer para otros. Yo quiero usar mi cuerpo como yo deseo, sin dejar que otros ejerzan su influencia en mí.

6. Porque no me duelen las palabras. Palabras como “puta”, “promiscuo”, etc., me parecen tan simples y llenas de ignorancia. La gente desconoce que esas palabras son herramientas de un sistema religioso opresor, nocivo, tóxico, venenoso, asqueroso y despreciable para regular las actividades sexuales de las personas y mantener un control sobre la ideología de vida, implementando la pena, la vergüenza y el escarnio público como armas contra la libertad de ejercicio de la sexualidad. Así que la próxima vez que me llamen “puta”, piensen que estoy orgulloso de serlo porque seguramente fui yo quien le enseñó a su novio a hacer bien lo que hace bien.

7. Porque me une con otras personas. Tener sexo es un acto físico, carnal, espiritual, mental, energético, tántrico, social, religioso, consciente, subconsciente, animal, intelectual, académico, militar, político, económico, en fin, el sexo te abre y te une a otra persona en tantos niveles, en tantas variantes, en tantas posibilidades que es innegable como una fuente de intimidad, de complicidad, de conexión, de amistad, de unión, de empatía, de lazos que son difíciles de romper. Si más personas tuvieran más sexo con menos tabúes, el mundo sería un lugar lleno de más comprensión, tolerancia y respeto.

8. Porque crea nuevos universos. Energéticamente hablando, el sexo libera una energía tan poderosa, tan positiva, una energía brillante, llena de inspiración, creatividad, libertad, magia, es un big bang que genera nuevos universos por doquier, que crea espacios en nuestra mente para llenar con nuevos recuerdos, porque altera nuestras dimensiones y nos hace ver la vida de una forma distinta, porque nos reconfigura por completo. Díganme que no vale la pena hacerlo por crear nuevos universos y moriré de risa.

9. Porque es el mejor ejercicio de la vida. Cuando se hace bien, en el sexo puedes ejercitar todos los músculos, hasta los del rostro, y como me considero muy bueno en mis posiciones y ritmos, puedo decir que el sexo es el mejor gimnasio. Además el sudor que se genera en el sexo te limpia la piel de una manera increíble, te abre los poros y sale la suciedad, te oxigena la sangre, te llena de energía el sistema nervioso, fortalece el corazón, los pulmones, los huesos, incluso te limpia los dientes. Realmente el sexo es una fuerza increíble para vernos y sentirnos mejor.

10. Porque es el mejor terapeuta que se puede conseguir. Tener sexo te sube la autoestima, te hace sentir bien contigo mismo, te hace sentir deseado, querido, esperado, buscado, atractivo, y si estás con una persona que es buena en la cama, te pone a hacer ejercicio también; si estás con un chico que tenga la paciencia suficiente para enseñarte nuevos trucos, posiciones y placeres, cada encuentro se convierte en una lección para ser el mejor amante que otros puedan conocer en su vida. Es como una cadena interminable de aprendizajes sexuales que produce todos los beneficios antes mencionados y que además nos deja siempre con una gran sonrisa en el rostro y deseosos de volver por más.


Por eso, mis queridos lectores, me acuesto con todo el que yo me quiera acostar. ¿Alguna duda?

octubre 05, 2015

Cambio Constante

¿Qué haces cuando te das cuenta que amas tu trabajo y tu pareja y tu casa y a tus amigos y tu vida en general? ¿Qué haces cuando parece que todo va de maravilla, que has alcanzado una serie de metas y la vida parece sonreírte en pleno?

Simple. Te das cuenta de lo iluso que eres y lo poco que sabes de energía y el universo.

Eres un iluso porque la vida jamás alcanza un pleno, porque siempre hay algún punto inestable, salvaje, indomable, caótico, un cabo suelto. Y es que debe haberlo, para mantenerte despierto, activo, con vida, con ganas de cerrar ese ciclo mientras, a tu espalda, se abren otras costuras que tendrás que cerrar luego.

La única constante en el universo es el cambio. Nada permanece, nada es eterno, nada es inmutable, nada es fijo o perfecto o estable o duradero. Todo se mueve, cambia, se altera, se contrae y se expande a tu alrededor, a veces hasta sin darte cuenta.

Lo único constante en la vida es el cambio. Y cuando llegas a ese punto en el que todo parece que va de maravilla es cuando más debes prestar atención, a tu alrededor millones de cosas entran en estado de caos para mantenerte siempre en movimiento, siempre en balance, siempre en la búsqueda de más y mejor.



Que bella es la vida y que bellos son los cambios. Que impresionante saber que ninguna meta será la cumbre, porque siempre habrá destinos más altos, más puros, más nobles que conquistar. Realmente vale la pena vivir sabiendo que cada logro sólo es el inicio del siguiente reto.


octubre 01, 2015

Sapiosexual

Soy sapiosexual. Y como muchas otras formas de atractivo, es algo imposible de determinar a simple vista.


Me explico.


No es posible mirar a alguien e inmediatamente determinar su grado de inteligencia. Sería demasiado absurdo asumir ciertos clichés en este tema, como hablar de imagen o de lentes o de esto o aquello.


Más aún, sería difícil definir lo que es la inteligencia. Si se me para a lado un chico que me habla de la forma en que mezcla químicos para crear bombas, me parecería tan fascinante como el chico que se me sienta a lado y me sorprende con una conversación sobre escritores de novelas de horror y ficción.


Quizás esa idea de “atracción por la inteligencia” también debería tener sus subdivisiones, porque a algunos nos atraen ciertos temas y a otros no, o quizás debería ser así, en general, lo que nos importa a los sapiosexuales es que esas personas que nos llaman la atención tengan algo de qué hablar, que tengan tema, que conozcan su área, que posean conocimiento del mundo, de la vida, de la ciencia, del arte, de algo.


Porque cuando te gusta alguien sólo por su cuerpo, pues bueno, se hace lo que se pueda hacer y chao, para su casa jovencito.


Pero cuando se pretende ir más allá, cuando esa persona debe quedarse a dormir, por las razones que sea, o cuando se intenta comenzar a salir o a verse con frecuencia, ahí es donde aparecen esas fallas en comunicación, en nivel cultural, en conocimiento de ciertos temas o áreas de la vida.


Y ahí es cuando se revienta la burbuja de la cara bonita o del cuerpo sexy y nos damos cuenta que nos hemos estado acostando con un muñeco inflable y termoregulado. Se moverá muy bien y todo lo que él quiera, pero al final del día es más interesante tener a una persona que pueda hipnotizarte hablando de diez mil cosas que un ser monótono que sólo puedes valorar por su desempeño en el acto sexual.


Me lo tiro, si, pero no lo quiero cerca luego del orgasmo.

Soy sapiosexual. Y como tal, yo ejerzo mi derecho a decirte que te vayas de mi cama si no te considero un compañero intelectual adecuado.