enero 16, 2015

Brindemos sin miedo

Hoy es mi cumpleaños.

Y no sé si sea emoción, nervio, susto o qué carajos lo que me tiene despierto, pero no logro conciliar el sueño. Sin embargo, algo que he aprendido en estos años es que estos momentos sin sueño son muy prácticos para analizar la vida, para meditar, darle vueltas a las cosas y llegar, la mayor parte de las veces, a soluciones o conclusiones o ideas muy interesantes.

Pues en mi insomnio de hoy me ha dado por pensar en la envidia. En como las personas suelen buscar cualquier excusa para hablar de aquello que anhelan o destruirlo en el proceso, eso de “si no es mío, no es de nadie”.

Así sucede con los homofóbicos, sienten que no pueden satisfacer sus deseos de estar involucrado con otro hombre, y si ellos no pueden, entonces nadie debería, por lo tanto, los homosexuales estamos mal.

Así sucede con las personas que se toman el tiempo de hablar mal de ti, que hacen comentarios a tus espaldas y aseguran que eres una puta o un chulo o un alcohólico o un glotón, por nombrar sólo algunas. Y es que muchas veces esas personas, lo que realmente quieren decir es “me molesta que tú lo hagas y sigas sonriendo, y yo lo intenté una vez y me salió mal” o simplemente “no lo puedo hacer”.

Porque la verdad es, mis queridos lectores, que nadie pierde el tiempo hablando de cosas que no le interesan, nadie pierde el tiempo hablando de personas que no considera importantes, y nadie pierde el tiempo quejándose de cosas que no le duelen de alguna forma.

Así sucede que, quienes te llaman puta, son aquellos que quisieran liberar su libido como tú lo haces, pero no pueden, o no quieren, o le tienen miedo a siquiera intentarlo.

Quienes te llaman chulo quisieran esa oportunidad de conocer a una persona dispuesta a consentirle todos sus caprichos y deseos, pero sienten que jamás lo van a lograr.

Quienes te llaman alcohólico, muy posiblemente, han tenido experiencias negativas con el alcohol y reflejan su temor sobre todos los demás.

Y quienes te llaman glotón, muy seguramente, tendrán malas experiencias o problemas con distintos niveles de grasas, azúcares u otros componentes de los alimentos, y sentirán que las mismas restricciones se deben manifestar en todos los organismos.

Así es, señoras y señores, como nos malacostumbramos a proyectar nuestros miedos, dudas, traumas y frustraciones sobre los demás. Y pasamos más tiempo hablando de lo que otros hacen o dejan de hacer, que intentando, por nosotros mismos, vivir la vida que queremos.

Luego los escuchas, a los 40 o 50, cuando su cuerpo ya no puede seguir el ritmo de sus deseos, quejándose de lo que jamás intentaron, de lo que jamás comieron, de lo que jamás tomaron, de lo que jamás probaron, de lo que jamás hicieron, lo que jamás vieron, lo que jamás sintieron.

Pues es muy triste por esas personas, realmente lo es. Pienso que si nos dedicásemos a vivir la vida, a experimentar, a saborear, a disfrutar lo que tenemos a cada segundo, el mundo podría ser un lugar distinto.

¿Qué deben existir los límites? Por supuesto, absolutamente. Pero existen límites por salud, límites por respeto a los que te rodean, límites por respeto a las leyes. Fuera de eso, vivir limitado por tus miedos, por tus prejuicios, por lo que digan las demás personas, me parece la peor tontería que cualquiera en esta vida pueda cometer.

Pero vale, sólo son ideas que me vienen en medio del insomnio, en el día de mi cumpleaños.


Feliz cumpleaños a mí. Y brindemos, por una vida sin miedo al qué dirán.


enero 06, 2015

De amores y traiciones

Realmente esperaba que mi primera entrada del año fuese algo feliz, emocionante, loco, aventurero o al menos digno de risa. Pero lamentablemente el universo es una mierda y le fascina dejarnos con las ganas de aquello que queremos para lanzarnos a otros vacíos y fosos de los que muchas veces nos costará la vida entera poder salir.

Y yo me encontré cara a cara con mi foso anoche.

Ahora, cuando hablamos de foso, siempre asumimos que la gente cae en el foso, pero también existe la posibilidad de ser arrojados al foso por otra persona. Sólo para dejar eso claro.

Entonces sí, anoche sucedió. No quiero relatar las circunstancias particulares porque realmente no es el motivo de este diálogo que inicio conmigo mismo, y con ustedes mis lectores, pero si quiero hacer énfasis en un punto muy específico:

JAMÁS, BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, SE PUEDE CONFIAR EN LOS DEMÁS

Hay que asumirlo señores, una persona puede decir que te ama con todo su ser, puede jurar por su vida misma que tú eres su amor, su luz, su sol, su luna, su lo que sea, una persona puede decir que te respeta, que te entiende, que tiene x, y o z imagen de ti, buena, mala o regular, pero jamás podrás saber lo que esa persona realmente piensa cuando tú le das la espalda y miras en otra dirección.

Y así sucede que decir mentiras, omitir cosas y pasar por alto detalles y situaciones se convierte en el pan nuestro de cada día, en el que nos repetimos hasta el cansancio que la confianza, el respeto y la comunicación son la base de una buena relación (de pareja, de amigos, de familia, cualquiera). Pero vivimos en una constante de traicionar la confianza de las personas a nuestro alrededor y, con ello, faltarles el respeto y destruir la comunicación que se pueda tener.

Es así como nacen los peores enemigos de toda relación: LA DISTANCIA Y EL SILENCIO

Comienzas a sentir que no puedes confiar en esa persona, que esa persona no te respeta, por lo tanto te alejas, y no me refiero a distancia física, me refiero a actitudes, a costumbres, a formas de ser, de actuar, de hablar, le vas restando y restando a la relación, como una fruta en la tierra que comienza a pudrirse lentamente bajo el peso del tiempo.

Y detrás de ella viene el silencio. Sientes que ha muerto la confianza, así que es lógico que comiences a guardarte más y más cosas, sientes que todo lo que dices será usado en tu contra o, como sucedió en mi caso, todo lo que esa persona sabe se lo callará y dejará que otros intenten hundirte sin hacer el más mínimo esfuerzo por salvarte el pellejo.

Porque así es como se descubre la verdad, por boca de terceros.

Bien dicen en la película Moulin Rouge, en la escena del tango de Roxanne: “dónde no hay confianza, no puede haber amor”.

Que triste que le abras la puerta de tu vida a una persona y que le ofrezcas un camino de honestidad y transparencia, que le cuentes hasta de tus detalles más íntimos y desagradables, y esa persona te recompense guardándose las cosas, ocultando, mintiendo, enmascarando sus acciones, sus intenciones y sus actitudes.

Es tener una relación con la mentira como base. Pero luego tú eres el malo si te quejas o si intentas hacer algo al respecto o si intentas presionar la situación. Porque, mis estimados lectores, en este mundo, como me dijeron anoche, al bueno todos le tiran mierda.

Anoche la mierda llegó hasta el techo.

Quizás suena como que me quejo y todo es malo y debería sentarme a llorar y deprimirme y todas esas cosas, pero quienes me conocen de verdad saben que mis procesos personales tienen ritmos distintos y ahora me encuentro en otra cosa completamente. No me sentaré a llorar. Si me quejaré, porque considero que uno debe defender lo que es realmente justo. Pero el llanto y la depresión son cosas que no me puedo permitir en este momento en el que requiero de claridad y lucidez mental.


Vendrán muchos cambios, drásticos en su mayoría, personales e íntimos todos. Mi ciclo personal está a días de cerrar. Y viene mi turno de echarle mierda al mundo. Espero que todos estén preparados, porque me encanta tener mis cartas bajo la manga hasta el final y ocultar la daga tras la sonrisa más natural.