septiembre 05, 2015

Impotencia

Impotencia es lo que se sufre en este país.
Impotencia.

Una sensación que te inmoviliza, que te enerva, que te va engullendo como si de un gigante se tratase. Una sensación que te nubla los sentidos y de la que sólo se conocen tres síntomas claramente distinguibles:

1.      Paranoia
2.       Desconfianza
3.       Depresión

Que impotencia da estar en esa situación en la que un solo ente negativo pretende irrumpir en tu felicidad, en tu capacidad creativa, humana, social.

Esa situación en la que te quitan de las manos la capacidad de hacer, de elegir, de decidir.
Esa situación en la que tu vida ya no es tuya. Tu vida ahora está a la merced de los buenos deseos de tu agresor.

1.       Tu vida se llena de paranoia. Sientes que en todos lados te están mirando, todo el mundo ve tus zapatos, ve tu teléfono, ve lo que escribes, ve a dónde vas y con quien, sientes que cada vez que marcas la clave de tu tarjeta en el punto electrónico o en el cajero hay una cámara secreta que te la está grabando, al mejor estilo de las películas de agentes secretos.

2.       Tu vida se llena de desconfianza y comienzas a pensar que cualquier cara de tonto puede ser el próximo en robarte, duermes con un bate cerca de tu cama, con los cuchillos bien afilados y a la mano, cada visitante, cada desconocido es un posible enemigo, un adversario, un ladrón, asesino, violador, o algo peor. Ya no te quieres acercar a nadie y no dejas que nadie se acerque a ti tampoco. Vives en constante miedo y constante supervisión por encima del hombro.

3.       Tu vida se desmorona en depresión. Recuerdas las situaciones negativas y lloras; lo que has perdido y lloras; piensas en lo que puede sucederle a tus seres queridos y lloras; piensas en lo que pudo haber pasado en ese momento si… y lloras; piensas en cuándo será la última vez que verás a tus padres, las últimas palabras que les has dicho; te preguntas si ese “te amo” salió sincero pues; te preguntas si el último abrazo que le diste a tu mejor amigo realmente se sintió como tú querías. Vives pensando que cada segundo es el último, pero no para vivirlo al máximo, sino para llorarlo con temor.

Que impotencia da vivir en este país en el que las leyes no sirven para nada, el gobierno no sirve para nada, la policía no sirve para nada, el ejército no sirve para nada, en fin, ustedes me entiendes.

Porque poco les importa que seas ciudadano, que tengas los años de Matusalén viviendo en este país o que tus padres hayan fundado el pueblo; aquí lo que importa es cuánto real me vas a dar si te ayudo; cuánta plata cargas encima y yo veo si te puedo hacer el favor; cuánto me cuesta conseguir esto o aquello con trampa, con palanca, con engaños, con omisiones, con favoritismos, con partidismos.


Al carajo la honestidad, la moral y las buenas costumbres, que con esas se limpiaron el culo hace mucho por falta de papel.



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