julio 15, 2012

Todo pasa


Oh, mis estimados lectores, los tenía muy abandonados. Ciertamente he estado bastante ocupado y me he visto envuelto en una maraña de cosas que me han alejado del placer de escribir estas líneas y desahogarme un poco.

Pero decidí aprovechar algunos acontecimientos recientes para generar esta especie de “actualización” y compartir con ustedes lo que tengo en la mente, o lo que estos días de reflexión me han llevado a comprender. Y que sirva como un recordatorio para ustedes, y para mí, de lo que ciertas situaciones pueden generar, o de lo que ciertas experiencias pueden enseñarnos. Ahora, esto es algo que no me había tomado la molestia de hacer en el pasado, marcar un momento de profunda transformación con una nota que lo acompañe y que lo fije en mi memoria para siempre.

La triste noticia es que he terminado una relación. Si, no es precisamente algo que se diga ligero o que salga sin venir tomado de la mano por un nudo firme y tangible. Pero la realidad es que a pesar de todo me he sentido bastante tranquilo. Les contaré por qué.

Para comenzar, he terminado varias relaciones en el pasado, me he alejado de personas que me han marcado la vida, he huido de responsabilidades y he llorado mi parte del río de las penas amorosas de la humanidad. Pero quizás el vivir esas experiencias me ayuda a que el proceso sea más leve, más llevadero, más relajado.

No es que no me duela el terminar, no estamos hablando del estado emocional interno, sino de sus manifestaciones externas. Es como si hubiese aprendido a encerrar la tempestad dentro de una botella decorada, una botella capaz de sonreír, asistir a reuniones y cumplir compromisos sin derrumbarse ante la presión interna.

Además está el aprendizaje que me ha dado la Wicca, la comprensión del flujo de las cosas, del movimiento eterno, de cómo todo es parte de un proceso de aprendizaje, maduración, crecimiento, evolución, todo forma parte de las grandes lecciones de la vida para que cumplamos mejor nuestra misión. Y es que cuando comprendemos la importancia de la corriente de la vida, que las cosas no nos pertenecen, las personas no nos pertenecen, que todo debe seguir en movimiento, que cada día trae nuevas oportunidades, cuando realmente entendemos eso, podemos ver el paso de las cosas, de las relaciones, de las personas en nuestra vida como un ciclo que deja su huella y debe seguir otro camino.

No nos volvemos insensibles, al contrario, abrimos los ojos al laberinto frente a nosotros y descubrimos que hay muchas posibilidades, muchos caminos por recorrer, y que terminar una parte del trayecto, por intensa que haya sido, siempre será una gran lección y una gran experiencia, no una pérdida ni un error ni un fallo ni una lástima. Habrá lágrimas, quizás porque nos asuste comenzar nuevamente, quizás porque nos hará falta ver nuestras manos llenas, quizás porque no sabremos cuál es el siguiente paso a dar, pero eso dará paso a recibir lecciones y cosas nuevas, a descubrir oportunidades diferentes, a explorar nuestras fortalezas y debilidades para emprender nuevamente la marcha. Y será doloroso y será hermoso a la vez.

Cuando nos damos cuenta que todo pasa y que siempre podremos volverlo a intentar, allí entendemos la importancia de amar, de reír, de probar, de luchar, de gritar, de emocionarse y dar abrazos y besos, de decirle a la gente que los quieres aunque suene tonto. Porque a la final sólo quedan las huellas que dejamos en la vida de otros, y nosotros mismos también pasaremos.

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