octubre 12, 2015

Decálogo de Sexo

La pregunta del día es: ¿por qué te acuestas/has acostado con tanta gente en tu vida?

Bueno, tengo varias respuestas a eso, o quizás varias partes de una misma respuesta. Mi propio decálogo para ser exacto.

1. Porque soy curioso. Porque conozco a alguien y quiero saber cómo es su pene, si, lo digo en serio, su pene, sus testículos, qué cara pone al acabar, si gime o jadea, si se queda quieto como un muerto o si es de esos que se mueve como si estuviera bailando. Ni siquiera es una necesidad de hacerlo con él directamente, para mí es suficiente el verlo con alguien más o verlo masturbarse. Mi curiosidad se verá satisfecha si puedo analizar sus expresiones de placer libremente. Y quizás si todos pudiéramos satisfacer nuestra curiosidad el sexo dejaría de ser algo tan prohibido y tan deseado a la vez.

2. Porque me da morbo. El sexo debe dar morbo, debe producirte un hormigueo raro en la panza, o una sensación de dificultad al respirar, o debes sentir la sangre subiendo al rostro, o el corazón acelerado. El sexo debe hacerte sentir algo. Bueno, a mí me hace sentir muchas cosas. Como persona empática que soy, yo disfruto el sexo por lo que veo que disfrute la otra o las otras personas. Por eso no necesito ni acercarme, si puedo ver su placer, oírlo, olerlo, sentirlo en las más mínimas vibraciones del aire, es perfecto y es suficiente para mí.

3. Porque me importa muy poco la opinión de los demás. Sé que la gente siempre hablará de chicos como yo, pero como ellos no pagan mi alquiler, ni mi mercado, ni mi internet o agua o luz, pues realmente me importa muy poco lo que digan o dejen de decir. Es más, es genial que hablen de mí, eso sólo demuestra la envidia que me tienen porque hago lo que ellos se mueren por probar. Y, seguramente, porque yo si me he tirado a todos los chicos que ellos ni se atreven a saludar, o me habré acostado con sus novios o sus ex, o qué se yo. Pero mientras más hablan de mí, más curiosidad les da a otros chicos de saber que tan bueno puedo ser en la cama. Y créanme, hasta ahora nadie se ha ido decepcionado, por algo siempre vuelven pidiendo más.

4. Porque jamás pienso dejar que alguien me diga cómo, cuándo, dónde o con quién puedo usar mi cuerpo. Ni el cura en la iglesia que seguramente se estará masturbando pensando en alguna chica o tocando a un niño del vecindario; ni el político que se sentará en su oficina y habrá contratado a su secretaria para verle las tetas y soñar con el día en que se la va a tirar; ni el militar que a escondidas se coje al más marico que encuentra para seguirse sintiendo hombre porque es el sexo más fácil que consigue; ni mis padres que se habrán montado cachos alguna vez en la vida; ni mis hermanos que tienen sus historias personales; ni mis vecinos que los he oído jadear cuando me oyen a mí disfrutar del sexo; ni mi casero que tendrá amantes en todos los países que pisa en sus viajes; ni el resto de los maricos de esta sociedad que llegan a sus casas a darse un buen pajazo pensando en lo bueno que debe follar ese tipo, mientras yo si me lo estoy haciendo con él.

5. Porque mi cuerpo es mío. Esto tiene mucho que ver con la anterior, pero es un asunto más íntimo que lo que diga el resto de la sociedad. Mi cuerpo es mío, es mi templo, es mi juguete, es mi lienzo, es mi herramienta, mi dildo, mi vibrador, mi todo. Y yo deseo compartirlo, ejercitarlo, masturbarlo, rozarlo, disfrutarlo, sentirlo temblar de placer y convertirlo en una fuente de placer para otros. Yo quiero usar mi cuerpo como yo deseo, sin dejar que otros ejerzan su influencia en mí.

6. Porque no me duelen las palabras. Palabras como “puta”, “promiscuo”, etc., me parecen tan simples y llenas de ignorancia. La gente desconoce que esas palabras son herramientas de un sistema religioso opresor, nocivo, tóxico, venenoso, asqueroso y despreciable para regular las actividades sexuales de las personas y mantener un control sobre la ideología de vida, implementando la pena, la vergüenza y el escarnio público como armas contra la libertad de ejercicio de la sexualidad. Así que la próxima vez que me llamen “puta”, piensen que estoy orgulloso de serlo porque seguramente fui yo quien le enseñó a su novio a hacer bien lo que hace bien.

7. Porque me une con otras personas. Tener sexo es un acto físico, carnal, espiritual, mental, energético, tántrico, social, religioso, consciente, subconsciente, animal, intelectual, académico, militar, político, económico, en fin, el sexo te abre y te une a otra persona en tantos niveles, en tantas variantes, en tantas posibilidades que es innegable como una fuente de intimidad, de complicidad, de conexión, de amistad, de unión, de empatía, de lazos que son difíciles de romper. Si más personas tuvieran más sexo con menos tabúes, el mundo sería un lugar lleno de más comprensión, tolerancia y respeto.

8. Porque crea nuevos universos. Energéticamente hablando, el sexo libera una energía tan poderosa, tan positiva, una energía brillante, llena de inspiración, creatividad, libertad, magia, es un big bang que genera nuevos universos por doquier, que crea espacios en nuestra mente para llenar con nuevos recuerdos, porque altera nuestras dimensiones y nos hace ver la vida de una forma distinta, porque nos reconfigura por completo. Díganme que no vale la pena hacerlo por crear nuevos universos y moriré de risa.

9. Porque es el mejor ejercicio de la vida. Cuando se hace bien, en el sexo puedes ejercitar todos los músculos, hasta los del rostro, y como me considero muy bueno en mis posiciones y ritmos, puedo decir que el sexo es el mejor gimnasio. Además el sudor que se genera en el sexo te limpia la piel de una manera increíble, te abre los poros y sale la suciedad, te oxigena la sangre, te llena de energía el sistema nervioso, fortalece el corazón, los pulmones, los huesos, incluso te limpia los dientes. Realmente el sexo es una fuerza increíble para vernos y sentirnos mejor.

10. Porque es el mejor terapeuta que se puede conseguir. Tener sexo te sube la autoestima, te hace sentir bien contigo mismo, te hace sentir deseado, querido, esperado, buscado, atractivo, y si estás con una persona que es buena en la cama, te pone a hacer ejercicio también; si estás con un chico que tenga la paciencia suficiente para enseñarte nuevos trucos, posiciones y placeres, cada encuentro se convierte en una lección para ser el mejor amante que otros puedan conocer en su vida. Es como una cadena interminable de aprendizajes sexuales que produce todos los beneficios antes mencionados y que además nos deja siempre con una gran sonrisa en el rostro y deseosos de volver por más.


Por eso, mis queridos lectores, me acuesto con todo el que yo me quiera acostar. ¿Alguna duda?

octubre 05, 2015

Cambio Constante

¿Qué haces cuando te das cuenta que amas tu trabajo y tu pareja y tu casa y a tus amigos y tu vida en general? ¿Qué haces cuando parece que todo va de maravilla, que has alcanzado una serie de metas y la vida parece sonreírte en pleno?

Simple. Te das cuenta de lo iluso que eres y lo poco que sabes de energía y el universo.

Eres un iluso porque la vida jamás alcanza un pleno, porque siempre hay algún punto inestable, salvaje, indomable, caótico, un cabo suelto. Y es que debe haberlo, para mantenerte despierto, activo, con vida, con ganas de cerrar ese ciclo mientras, a tu espalda, se abren otras costuras que tendrás que cerrar luego.

La única constante en el universo es el cambio. Nada permanece, nada es eterno, nada es inmutable, nada es fijo o perfecto o estable o duradero. Todo se mueve, cambia, se altera, se contrae y se expande a tu alrededor, a veces hasta sin darte cuenta.

Lo único constante en la vida es el cambio. Y cuando llegas a ese punto en el que todo parece que va de maravilla es cuando más debes prestar atención, a tu alrededor millones de cosas entran en estado de caos para mantenerte siempre en movimiento, siempre en balance, siempre en la búsqueda de más y mejor.



Que bella es la vida y que bellos son los cambios. Que impresionante saber que ninguna meta será la cumbre, porque siempre habrá destinos más altos, más puros, más nobles que conquistar. Realmente vale la pena vivir sabiendo que cada logro sólo es el inicio del siguiente reto.


octubre 01, 2015

Sapiosexual

Soy sapiosexual. Y como muchas otras formas de atractivo, es algo imposible de determinar a simple vista.


Me explico.


No es posible mirar a alguien e inmediatamente determinar su grado de inteligencia. Sería demasiado absurdo asumir ciertos clichés en este tema, como hablar de imagen o de lentes o de esto o aquello.


Más aún, sería difícil definir lo que es la inteligencia. Si se me para a lado un chico que me habla de la forma en que mezcla químicos para crear bombas, me parecería tan fascinante como el chico que se me sienta a lado y me sorprende con una conversación sobre escritores de novelas de horror y ficción.


Quizás esa idea de “atracción por la inteligencia” también debería tener sus subdivisiones, porque a algunos nos atraen ciertos temas y a otros no, o quizás debería ser así, en general, lo que nos importa a los sapiosexuales es que esas personas que nos llaman la atención tengan algo de qué hablar, que tengan tema, que conozcan su área, que posean conocimiento del mundo, de la vida, de la ciencia, del arte, de algo.


Porque cuando te gusta alguien sólo por su cuerpo, pues bueno, se hace lo que se pueda hacer y chao, para su casa jovencito.


Pero cuando se pretende ir más allá, cuando esa persona debe quedarse a dormir, por las razones que sea, o cuando se intenta comenzar a salir o a verse con frecuencia, ahí es donde aparecen esas fallas en comunicación, en nivel cultural, en conocimiento de ciertos temas o áreas de la vida.


Y ahí es cuando se revienta la burbuja de la cara bonita o del cuerpo sexy y nos damos cuenta que nos hemos estado acostando con un muñeco inflable y termoregulado. Se moverá muy bien y todo lo que él quiera, pero al final del día es más interesante tener a una persona que pueda hipnotizarte hablando de diez mil cosas que un ser monótono que sólo puedes valorar por su desempeño en el acto sexual.


Me lo tiro, si, pero no lo quiero cerca luego del orgasmo.

Soy sapiosexual. Y como tal, yo ejerzo mi derecho a decirte que te vayas de mi cama si no te considero un compañero intelectual adecuado.




septiembre 30, 2015

Viveza Criolla

Tengo un serio problema con eso de estarme sentado haciendo nada.

Si, hay cosas para las que procrastino como nadie, pero en líneas de trabajo (trabajo remunerado, empleo, ocupación laboral) me mata la vida sentir que me están pagando por hacer nada.


Está bien, hay muchos otros que lo verían como el trabajo perfecto. Aquí yo, sentado en un salón, con un televisor enorme, navegando en internet, viendo programas y leyendo. Pero eso no es suficiente para mí.


Yo quiero, necesito, sentirme retado intelectual y físicamente, hacer algo que me mueva, que me emocione, que me mantenga distraído y que me aleje de los lapsos inútiles de silencio y estática. Necesito ocuparme y sentir que estoy produciendo para algo, que realmente hay un resultado, un impacto positivo que depende de mi actuación individual.


Hoy, por fin, sentí ese impacto. He ido absorbiendo tanto y aprendiendo tanto y analizando tanto, y hoy por fin le vi el fruto a todo eso, organicé clases, dicté talleres, inducciones, dirigí un par de reuniones y coordiné algunas actividades. Hoy sentí que realmente soy útil y que me están pagando por ser parte de la diferencia, de la juventud productiva y proactiva, de los que nos encanta estar ocupados y hacer más y mejores cosas.

Así, me justifico el suelo y me siento mejor conmigo mismo. Nada que ver con esa viveza venezolana del ganar sin hacer. Eso no va conmigo.




septiembre 29, 2015

La primera cicatriz

Yo tenía 11 años cuando comenzamos con estos juegos. Él tenía 14 y me contaba cómo había perdido la virginidad. Yo todavía no estaba seguro lo que eso quería decir, pero me sonaba como algo místico y poderoso, algo que le había cambiado la voz, la expresión del rostro y hasta la forma de jugar conmigo.


Me decía que había sucedido en el liceo, con una chica de otra sección, él tenía 13 y ella 16. Lo tomó de la mano, lo metió en uno de los baños y comenzó a besarlo. Le dijo que la esperara a la salida y que le mostraría algo muy rico.


Él hizo caso y la esperó, diciéndole a su madre que iba a casa de un compañero que lo había invitado a almorzar. No estaba seguro lo que iba a suceder, pero la curiosidad le quemaba la piel. Ella salió y le hizo señas para que la siguiera.


Llegaron a su casa, ella soltó su bolso y se soltó el cabello, lo llevó a uno de los cuartos y lo tiró en la cama desnudándose con prisa y quitándole la ropa a él también. Comenzó a besarlo y a tocarlo por todos lados. “Se sentía muy suave su mano”, me decía él, “me hizo con la mano y con la boca, pero cuando se me sentó encima fue lo máximo”, y yo lo miraba en shock mientras él me hacía gestos con las manos para ilustrar de lo que hablaba.


Yo tenía 11 y estaba escuchando a este chico contarme su primera vez, habíamos sido mejores amigos desde niños, creciendo juntos, jugando a los mismos juegos y teniendo muchos secretos. Cuando terminó su historia tenía una confusión de sentimientos dentro de mí, un poco de nervios, de expectativa, de miedo, de angustia, y un poco de celos también. Creo que él se dio cuenta de esto último, pues me tomo la mano, entrelazando sus dedos con los míos, y me dijo: “pero tú sigues siendo la persona que más quiero en este mundo”. Y esa fue la primera vez que presionó sus labios contra los míos. Los celos se desvanecieron y me sentí morir y renacer en ese beso.


Un año después, habíamos cruzado muchos abrazos, besos y caricias, habíamos dormido juntos gracias a “la inocencia infantil” que mantenía a nuestros padres lejos de cualquier sospecha, y nos habíamos declarado toda clase de amores por encima de lo que conocíamos. Sin embargo, él seguía viendo a esta chica, lo seguían haciendo, yo lo sabía aunque él apenas tocaba el tema; no eran novios, sólo era algo físico, el mero placer sexual sin frenos, lo entiendo ahora.


Esa noche hubo una especie de tormenta, de esos climas locos que se dan en esta ciudad y que parecen sacados de una película de fin de mundo. Llovía mucho y había truenos y viento muy fuerte. Ese día habíamos decidido ir al cine juntos, sus padres estaban de viaje, un niño de 15 años sólo en casa que decide pasar sus días con otro niño de 12. La lluvia nos atrapó saliendo del cine y decidimos divertirnos con eso y caminar bajo la lluvia.


Cuando llegamos estábamos empapados y nos metimos a la ducha, por separado, y luego directo a la cama, ambos temblábamos de frío, yo además temblaba con cada trueno, él me abrazaba fuerte, yo adoraba el olor de su piel y su calor.


Él comenzó a sobarme los brazos y las piernas para darme calor, luego comenzó a besarme, yo lo seguí voluntariamente, sus manos comenzaron a bajar la velocidad e intensidad para convertirse en caricias. Yo estaba nervioso, no sabía lo que sucedía, pero quería seguirle el ritmo y hacer todo lo que él quisiera, lo amaba, aunque no lo supiera en el momento, no había forma para mí de entender lo que era el amor o el estar enamorado.


Me quitó la poca ropa que tenía y se quitó la suya después. El roce de su cuerpo se sentía como la gloria, era el calor perfecto sumándose a sus manos y a sus besos. Fue mi primera vez. Lo hicimos de todas las formas que consideramos que se podía hacer, aunque reconozco que me hubiese gustado conocer el lubricante en aquel entonces. Pero igual fue una gran experiencia, lo hicimos durante horas, hasta que nos cansamos, hasta que nuestros cuerpos ya no respondían más, hasta que habíamos descubierto cuán intenso era un orgasmo, hasta que habíamos mojado la cama con sangre, sudor y semen.


Lo amaba, con todas mis fuerzas. Y me rompió el corazón cuando se fue 18 meses después. Fui a despedirlo al aeropuerto, nos dimos un último beso en el baño y nos declaramos la libertad plena el uno al otro. Habíamos jurado no estar con nadie más mientras estuviésemos juntos, pero la distancia que nos iba a separar convertía ese juramento en una farsa.

Fue la primera persona que se llevó un pedazo de mi corazón. La primera de muchas cicatrices e historias. Yo, un chico de trece años, llorando por su primer amor perdido.




septiembre 05, 2015

Impotencia

Impotencia es lo que se sufre en este país.
Impotencia.

Una sensación que te inmoviliza, que te enerva, que te va engullendo como si de un gigante se tratase. Una sensación que te nubla los sentidos y de la que sólo se conocen tres síntomas claramente distinguibles:

1.      Paranoia
2.       Desconfianza
3.       Depresión

Que impotencia da estar en esa situación en la que un solo ente negativo pretende irrumpir en tu felicidad, en tu capacidad creativa, humana, social.

Esa situación en la que te quitan de las manos la capacidad de hacer, de elegir, de decidir.
Esa situación en la que tu vida ya no es tuya. Tu vida ahora está a la merced de los buenos deseos de tu agresor.

1.       Tu vida se llena de paranoia. Sientes que en todos lados te están mirando, todo el mundo ve tus zapatos, ve tu teléfono, ve lo que escribes, ve a dónde vas y con quien, sientes que cada vez que marcas la clave de tu tarjeta en el punto electrónico o en el cajero hay una cámara secreta que te la está grabando, al mejor estilo de las películas de agentes secretos.

2.       Tu vida se llena de desconfianza y comienzas a pensar que cualquier cara de tonto puede ser el próximo en robarte, duermes con un bate cerca de tu cama, con los cuchillos bien afilados y a la mano, cada visitante, cada desconocido es un posible enemigo, un adversario, un ladrón, asesino, violador, o algo peor. Ya no te quieres acercar a nadie y no dejas que nadie se acerque a ti tampoco. Vives en constante miedo y constante supervisión por encima del hombro.

3.       Tu vida se desmorona en depresión. Recuerdas las situaciones negativas y lloras; lo que has perdido y lloras; piensas en lo que puede sucederle a tus seres queridos y lloras; piensas en lo que pudo haber pasado en ese momento si… y lloras; piensas en cuándo será la última vez que verás a tus padres, las últimas palabras que les has dicho; te preguntas si ese “te amo” salió sincero pues; te preguntas si el último abrazo que le diste a tu mejor amigo realmente se sintió como tú querías. Vives pensando que cada segundo es el último, pero no para vivirlo al máximo, sino para llorarlo con temor.

Que impotencia da vivir en este país en el que las leyes no sirven para nada, el gobierno no sirve para nada, la policía no sirve para nada, el ejército no sirve para nada, en fin, ustedes me entiendes.

Porque poco les importa que seas ciudadano, que tengas los años de Matusalén viviendo en este país o que tus padres hayan fundado el pueblo; aquí lo que importa es cuánto real me vas a dar si te ayudo; cuánta plata cargas encima y yo veo si te puedo hacer el favor; cuánto me cuesta conseguir esto o aquello con trampa, con palanca, con engaños, con omisiones, con favoritismos, con partidismos.


Al carajo la honestidad, la moral y las buenas costumbres, que con esas se limpiaron el culo hace mucho por falta de papel.



junio 23, 2015

Las Tres Escalas del Atractivo

Estaba conversando en estos días con un amigo, bueno, digamos que es un amigo para no entrar en detalles incomodos e innecesarios, pero conversábamos sobre lo que hace a una persona interesante y atractiva.

Bien es cierto que entre gustos y colores, bueno, ustedes saben el resto, pero hay de todo y para todos. Jamás una persona podrá considerarse completamente fuera del juego de las relaciones y los amores en esta vida, pues todos tenemos algo que otros pueden estar buscando, algo así como las piezas de un rompecabezas, en el que uno le brinda una parte de si al otro.

No entraré en detalles de conquista o de fines amorosos, porque no es el propósito de esta entrada. Pero es interesante ver como una cosa y la otra se pueden ir combinando para definir lo que buscamos o lo que esperamos encontrar en una futura pareja. Es decir, depende de lo que realmente queramos, será que realizaremos nuestra búsqueda del amor.

Ahora, al grano, según mi teoría personal, existen tres cosas que pueden sumar atractivo a una persona, digamos tres categorías distintas de atractivo, tres escalas de puntuación, tres cosas que te hacen llamativo, que te hacen destacar por encima de otros y que te ponen entre los primeros resultados de cualquiera en búsqueda de amor y compañía.

Estas son: Independencia. Cultura. E imagen.

Independencia: ¿Aún vives con tus padres? ¿Dependes de una beca para subsistir? ¿Tus platos y cubiertos son todos de plástico o de cartón y han sido recolectados de fiestas de vecinos y amigos? Algo que te puede sumar muchos puntos de atractivo es tu capacidad de responder ante las necesidades de la vida por tu cuenta, sin depender de la caridad, de la beca o del bolsillo de tus progenitores. Si tienes un trabajo estable, una carrera universitaria, vives por tu cuenta y además eres capaz de ahorrar algo de dinero al menos para una cena en la calle al mes, ya vas dando la talla en la primera escala de atractivo. Pues bien dicen los viejitos que amor con hambre no dura. El corazón y los sentimientos son importantes, pero aún más importante es demostrar la estabilidad que tienes en tu vida y que eres capaz de brindar o compartir con esa persona que esperas mantener junto a ti.

Cultura: ¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Cuántas sagas del cine has visto? ¿Te has enterado de los últimos hallazgos de la NASA? ¿Te mantienes al día de una o varias series de TV? La segunda escala de atractivo depende mucho de lo que leas, veas, escuches, lo que hagas en tu tiempo libre o la profesión que ejerzas, tus hobbies y pasiones. Algo común es considerar a la gente físicamente atractiva como un montón de cabezas huecas, ir al gimnasio puede ser divertido, pero no te da algo de qué hablar. Un buen revolcón en la cama puede durar un par de horas, pero al terminar todos se paran, se visten y se van porque quedarse a pasar el rato contigo es sinónimo de ABURRIDO. La escala de cultura mide lo interesante que puedes ser, lo fascinante que es hablar contigo y redescubrir el mundo. Dicen por ahí los sapiosexuales que el atractivo llama, pero la mente enamora. Así que cultivar conocimiento científico, académico, cultural y, por qué no, un poco de farándula también, puede darte excelentes resultados.

Imagen: ¿Vas al gimnasio? ¿Sales a trotar? ¿Bailas? ¿Practicas algún deporte? ¿Te vistes con la ropa que te regaló tu abuelita o eliges cosas según tu gusto particular? ¿Sabes algo de tendencias y combinaciones? ¿Tienes idea de lo que es un desodorante y una ducha de verdad? ¿Has pensado en las palabras DEPILACIÓN o ACONDICIONADOR? Está bien, no podemos ser tan superficiales y dejar que la imagen defina lo que somos y quiénes somos, pero una mentira común que nos hacemos a nosotros mismos es que todo depende de lo emocional y lo mental cuando sabemos que no es cierto. En el fondo todos queremos encontrar a alguien que consideramos físicamente atractivo, que al despertar cada mañana veamos su rostro y sintamos la dicha de tenerle a nuestro lado; que salgamos a la calle de la mano y otros le vean con interés y, sabiendo que eligió nuestra compañía antes que la de cualquier otro, nos llenamos de orgullo; que cuando estemos en la intimidad con poca o nada de ropa le veamos y pensemos POR TODOS LOS DIOSES QUE SEXY! Entonces esta tercera y última escala tiene que ver con nuestro cuerpo y nuestras elecciones en ropa y accesorios. Fíjense que es la última de las tres, para evitar parecer muy plásticos, pero igual es importante. Esto es como un trípode, sin un lado, se cae todo el interés.

Entonces, debemos medirnos nosotros mismos en cada una de las tres escalas.

Independencia: ¿Qué tan independiente soy? ¿Qué tan responsable, cumplidor, productivo y estable puedo ser? ¿Y puedo brindar esa misma estabilidad a otra persona junto a mí? ¿Podemos construirla juntos?

Cultura: ¿De qué temas puedo conversar? ¿En qué temas soy muy bueno? ¿Qué temas desconozco por completo? ¿Qué actitud tomo ante un tema nuevo para mí? ¿Qué tan abierto estoy a aprender de otros y a enseñar lo poco o mucho que sé de ciertas áreas?

Imagen: ¿Cuido mi cuerpo? ¿Trato de verme lo mejor posible? ¿Sé que hay que hacer ciertos cambios pero los evito por miedo? ¿Me arriesgo a probar nuevas cosas en mi imagen o me mantengo dentro de la misma zona siempre? ¿He probado nuevas cremas, nuevos peinados, nuevos estilos, nuevos accesorios, zapatos, cartera, lentes, maquillaje? ¿Tomo algún consejo de la televisión o las revistas en cuanto a imagen y estilo?

Todas son preguntas muy válidas y, al final, estas tres categorías serán las que proyectarán tu imagen a los ojos de los demás, y en la dirección en la que enfoquemos cada categoría saldrá a relucir una parte de nuestra personalidad. Unos preferirán ciertos aspectos de independencia sobre otros, ciertos temas de cultura sobre otros y ciertos deportes o tendencias de la moda sobre otras.


Es importante sentirnos cómodos con nuestro cuerpo y nuestra personalidad, pero así como el universo está en constante cambio y movimiento, también nosotros debemos unirnos a ese baile universal y transformarnos con el tiempo para sacar a relucir lo mejor que tenemos ante el resto del mundo.

abril 20, 2015

Hasta hoy

Hoy es la última noche que te escribo.

Porque ya he visto suficiente.

He visto como tus besos sólo llegan si ruego por ellos.
Mientras que a otros labios los repartes diligentemente.

He visto como tus miradas, tus sonrisas y tus abrazos para mí sólo llegan a 3/4.
Mientras que para otros sonríes en plenitud.

He visto como tu cuerpo se relaja junto al mío y caes en el sueño.
Mientras que junto a otros te estremeces y te enciendes en pasión.

He visto como tu piel se deja acariciar y disfruta de mi calor.
Mientras que en otras manos se eriza y pide con fervor el contacto.

He visto como respondes a mis textos y a mis palabras.
Mientras que a otras voces te derrites.

He visto como me tratas con amabilidad.
Mientras que a otros seres te entregas en afecto y abrazos.

Si. Ya he visto suficiente. Y ya no te escribo más.

Yo creo en el amor libre, y hoy dejo libre el amor que sentía por ti.
Para que vuele, para que viaje, para que llegue al sol y arda como un fénix.
Para que luego regrese a mí limpio y sea capaz de brindar amor en otra dirección, en otros besos, en otras sonrisas, en otros cuerpos, en otras manos, en otras voces, en otros seres.

abril 19, 2015

Insomnio

Esta es la primera entrada que hago desde el teléfono.

Son las 2.45 am. Y no tengo sueño.

Hoy fue un día raro, diferente, en muchos sentidos hasta positivo. Pero les ha pasado que después de un día así, se meten en la cama y sienten que pudieron hacer más? Que el día estuvo bien, pero pudo ser mejor? Que tomaron algunas decisiones poco acertadas y que, muy en el fondo, se arrepienten de algunas de esas decisiones?

A mí si me pasa.

Y es que pienso que el universo dejó la puerta sin trancar pero yo me quede tocando en lugar de intentar girar la perilla, me paso de chico decente y educado y termino siendo el que mira por la ventana  como las cosas que quería se van en otra dirección.

Entonces no sé qué hacer. Y no sé con quien conversar.

Siento ese vacío que el mejor amigo debería llenar. Ese personaje que sea capaz de escuchar con paciencia tus penurias y verte llorar mienta te dice que todo estará bien, aunque sepa que es mentira. Esa persona que, sin juzgarte, te dice que estas haciendo lo mejor para ti y para ti felicidad, pero también te sienta y te dice cuando algo te está lastimando y el dolor o la necesidad de afecto te mantienen ciego.

No tengo un mejor amigo. Porque, siendo un puercoespín, es difícil mantener alguno cerca. Y, habiendo sentido las espinas de otros, puercoespines y no puercoespines por igual,  es difícil abrirse más allá de lo estrictamente necesario.

Son las 3 am. 15 minutos entre pelear con el teclado y borrar errores y corregir palabras. Aún no tengo sueño. Pero intentaré dormir ignorando el nivel exorbitante de frustración y vacío que siento en este momento y que ni siquiera el chico que me ama logra entender porque, para él, todo fluye fácil. Y los demás, incluyéndome, que se jodan!

enero 16, 2015

Brindemos sin miedo

Hoy es mi cumpleaños.

Y no sé si sea emoción, nervio, susto o qué carajos lo que me tiene despierto, pero no logro conciliar el sueño. Sin embargo, algo que he aprendido en estos años es que estos momentos sin sueño son muy prácticos para analizar la vida, para meditar, darle vueltas a las cosas y llegar, la mayor parte de las veces, a soluciones o conclusiones o ideas muy interesantes.

Pues en mi insomnio de hoy me ha dado por pensar en la envidia. En como las personas suelen buscar cualquier excusa para hablar de aquello que anhelan o destruirlo en el proceso, eso de “si no es mío, no es de nadie”.

Así sucede con los homofóbicos, sienten que no pueden satisfacer sus deseos de estar involucrado con otro hombre, y si ellos no pueden, entonces nadie debería, por lo tanto, los homosexuales estamos mal.

Así sucede con las personas que se toman el tiempo de hablar mal de ti, que hacen comentarios a tus espaldas y aseguran que eres una puta o un chulo o un alcohólico o un glotón, por nombrar sólo algunas. Y es que muchas veces esas personas, lo que realmente quieren decir es “me molesta que tú lo hagas y sigas sonriendo, y yo lo intenté una vez y me salió mal” o simplemente “no lo puedo hacer”.

Porque la verdad es, mis queridos lectores, que nadie pierde el tiempo hablando de cosas que no le interesan, nadie pierde el tiempo hablando de personas que no considera importantes, y nadie pierde el tiempo quejándose de cosas que no le duelen de alguna forma.

Así sucede que, quienes te llaman puta, son aquellos que quisieran liberar su libido como tú lo haces, pero no pueden, o no quieren, o le tienen miedo a siquiera intentarlo.

Quienes te llaman chulo quisieran esa oportunidad de conocer a una persona dispuesta a consentirle todos sus caprichos y deseos, pero sienten que jamás lo van a lograr.

Quienes te llaman alcohólico, muy posiblemente, han tenido experiencias negativas con el alcohol y reflejan su temor sobre todos los demás.

Y quienes te llaman glotón, muy seguramente, tendrán malas experiencias o problemas con distintos niveles de grasas, azúcares u otros componentes de los alimentos, y sentirán que las mismas restricciones se deben manifestar en todos los organismos.

Así es, señoras y señores, como nos malacostumbramos a proyectar nuestros miedos, dudas, traumas y frustraciones sobre los demás. Y pasamos más tiempo hablando de lo que otros hacen o dejan de hacer, que intentando, por nosotros mismos, vivir la vida que queremos.

Luego los escuchas, a los 40 o 50, cuando su cuerpo ya no puede seguir el ritmo de sus deseos, quejándose de lo que jamás intentaron, de lo que jamás comieron, de lo que jamás tomaron, de lo que jamás probaron, de lo que jamás hicieron, lo que jamás vieron, lo que jamás sintieron.

Pues es muy triste por esas personas, realmente lo es. Pienso que si nos dedicásemos a vivir la vida, a experimentar, a saborear, a disfrutar lo que tenemos a cada segundo, el mundo podría ser un lugar distinto.

¿Qué deben existir los límites? Por supuesto, absolutamente. Pero existen límites por salud, límites por respeto a los que te rodean, límites por respeto a las leyes. Fuera de eso, vivir limitado por tus miedos, por tus prejuicios, por lo que digan las demás personas, me parece la peor tontería que cualquiera en esta vida pueda cometer.

Pero vale, sólo son ideas que me vienen en medio del insomnio, en el día de mi cumpleaños.


Feliz cumpleaños a mí. Y brindemos, por una vida sin miedo al qué dirán.


enero 06, 2015

De amores y traiciones

Realmente esperaba que mi primera entrada del año fuese algo feliz, emocionante, loco, aventurero o al menos digno de risa. Pero lamentablemente el universo es una mierda y le fascina dejarnos con las ganas de aquello que queremos para lanzarnos a otros vacíos y fosos de los que muchas veces nos costará la vida entera poder salir.

Y yo me encontré cara a cara con mi foso anoche.

Ahora, cuando hablamos de foso, siempre asumimos que la gente cae en el foso, pero también existe la posibilidad de ser arrojados al foso por otra persona. Sólo para dejar eso claro.

Entonces sí, anoche sucedió. No quiero relatar las circunstancias particulares porque realmente no es el motivo de este diálogo que inicio conmigo mismo, y con ustedes mis lectores, pero si quiero hacer énfasis en un punto muy específico:

JAMÁS, BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, SE PUEDE CONFIAR EN LOS DEMÁS

Hay que asumirlo señores, una persona puede decir que te ama con todo su ser, puede jurar por su vida misma que tú eres su amor, su luz, su sol, su luna, su lo que sea, una persona puede decir que te respeta, que te entiende, que tiene x, y o z imagen de ti, buena, mala o regular, pero jamás podrás saber lo que esa persona realmente piensa cuando tú le das la espalda y miras en otra dirección.

Y así sucede que decir mentiras, omitir cosas y pasar por alto detalles y situaciones se convierte en el pan nuestro de cada día, en el que nos repetimos hasta el cansancio que la confianza, el respeto y la comunicación son la base de una buena relación (de pareja, de amigos, de familia, cualquiera). Pero vivimos en una constante de traicionar la confianza de las personas a nuestro alrededor y, con ello, faltarles el respeto y destruir la comunicación que se pueda tener.

Es así como nacen los peores enemigos de toda relación: LA DISTANCIA Y EL SILENCIO

Comienzas a sentir que no puedes confiar en esa persona, que esa persona no te respeta, por lo tanto te alejas, y no me refiero a distancia física, me refiero a actitudes, a costumbres, a formas de ser, de actuar, de hablar, le vas restando y restando a la relación, como una fruta en la tierra que comienza a pudrirse lentamente bajo el peso del tiempo.

Y detrás de ella viene el silencio. Sientes que ha muerto la confianza, así que es lógico que comiences a guardarte más y más cosas, sientes que todo lo que dices será usado en tu contra o, como sucedió en mi caso, todo lo que esa persona sabe se lo callará y dejará que otros intenten hundirte sin hacer el más mínimo esfuerzo por salvarte el pellejo.

Porque así es como se descubre la verdad, por boca de terceros.

Bien dicen en la película Moulin Rouge, en la escena del tango de Roxanne: “dónde no hay confianza, no puede haber amor”.

Que triste que le abras la puerta de tu vida a una persona y que le ofrezcas un camino de honestidad y transparencia, que le cuentes hasta de tus detalles más íntimos y desagradables, y esa persona te recompense guardándose las cosas, ocultando, mintiendo, enmascarando sus acciones, sus intenciones y sus actitudes.

Es tener una relación con la mentira como base. Pero luego tú eres el malo si te quejas o si intentas hacer algo al respecto o si intentas presionar la situación. Porque, mis estimados lectores, en este mundo, como me dijeron anoche, al bueno todos le tiran mierda.

Anoche la mierda llegó hasta el techo.

Quizás suena como que me quejo y todo es malo y debería sentarme a llorar y deprimirme y todas esas cosas, pero quienes me conocen de verdad saben que mis procesos personales tienen ritmos distintos y ahora me encuentro en otra cosa completamente. No me sentaré a llorar. Si me quejaré, porque considero que uno debe defender lo que es realmente justo. Pero el llanto y la depresión son cosas que no me puedo permitir en este momento en el que requiero de claridad y lucidez mental.


Vendrán muchos cambios, drásticos en su mayoría, personales e íntimos todos. Mi ciclo personal está a días de cerrar. Y viene mi turno de echarle mierda al mundo. Espero que todos estén preparados, porque me encanta tener mis cartas bajo la manga hasta el final y ocultar la daga tras la sonrisa más natural.