Impotencia es lo que se sufre en
este país.
Impotencia.
Una sensación que te inmoviliza,
que te enerva, que te va engullendo como si de un gigante se tratase. Una
sensación que te nubla los sentidos y de la que sólo se conocen tres síntomas claramente
distinguibles:
1. Paranoia
2. Desconfianza
3. Depresión
Que impotencia da estar en esa
situación en la que un solo ente negativo pretende irrumpir en tu felicidad, en
tu capacidad creativa, humana, social.
Esa situación en la que te quitan
de las manos la capacidad de hacer, de elegir, de decidir.
Esa situación en la que tu vida
ya no es tuya. Tu vida ahora está a la merced de los buenos deseos de tu
agresor.
1. Tu
vida se llena de paranoia. Sientes que en todos lados te están mirando, todo el
mundo ve tus zapatos, ve tu teléfono, ve lo que escribes, ve a dónde vas y con
quien, sientes que cada vez que marcas la clave de tu tarjeta en el punto
electrónico o en el cajero hay una cámara secreta que te la está grabando, al
mejor estilo de las películas de agentes secretos.
2. Tu
vida se llena de desconfianza y comienzas a pensar que cualquier cara de tonto
puede ser el próximo en robarte, duermes con un bate cerca de tu cama, con los
cuchillos bien afilados y a la mano, cada visitante, cada desconocido es un
posible enemigo, un adversario, un ladrón, asesino, violador, o algo peor. Ya
no te quieres acercar a nadie y no dejas que nadie se acerque a ti tampoco.
Vives en constante miedo y constante supervisión por encima del hombro.
3. Tu
vida se desmorona en depresión. Recuerdas las situaciones negativas y lloras;
lo que has perdido y lloras; piensas en lo que puede sucederle a tus seres
queridos y lloras; piensas en lo que pudo haber pasado en ese momento si… y
lloras; piensas en cuándo será la última vez que verás a tus padres, las
últimas palabras que les has dicho; te preguntas si ese “te amo” salió sincero
pues; te preguntas si el último abrazo que le diste a tu mejor amigo realmente
se sintió como tú querías. Vives pensando que cada segundo es el último, pero
no para vivirlo al máximo, sino para llorarlo con temor.
Que impotencia da vivir en este
país en el que las leyes no sirven para nada, el gobierno no sirve para nada,
la policía no sirve para nada, el ejército no sirve para nada, en fin, ustedes
me entiendes.
Porque poco les importa que seas
ciudadano, que tengas los años de Matusalén viviendo en este país o que tus
padres hayan fundado el pueblo; aquí lo que importa es cuánto real me vas a dar
si te ayudo; cuánta plata cargas encima y yo veo si te puedo hacer el favor; cuánto
me cuesta conseguir esto o aquello con trampa, con palanca, con engaños, con
omisiones, con favoritismos, con partidismos.
Al carajo la honestidad, la moral
y las buenas costumbres, que con esas se limpiaron el culo hace mucho por falta
de papel.
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