¿Por qué una relación no puede ser perfecta? Simple. Porque
la perfección no existe, porque la perfección paraliza, porque si algo es
perfecto, significa que no tiene capacidad de mejorar, de crecer, de aprender
algo nuevo.
¿Entonces por qué nos empeñamos tanto en buscar la media
naranja, la persona “ideal”, la que nos de “todo”, amor y entrega total, y toda
esa sarta de boberas?
Porque vivimos en una sociedad dominada por las ideas absolutas,
dónde no se terminan de aceptar los puntos medios, donde las personas no son
capaces de analizar sus vidas con mente fría y decidir realmente qué es lo que
quieren hacer. No. Todos deciden simplemente ajustarse y copiar un patrón que
no sabemos en qué momento se instauró. Todos decidimos seguir la corriente,
hacer lo que los demás hacen y pasar desapercibidos.
Todos queremos vivir esa vida sencilla y feliz, con una
pareja, hijos, el perrito y la casa de cerca blanca, el jardín bonito y los
días de sol y tranquilidad.
Todos queremos vivir el sueño de otro.
¿Y qué tiene de malo enamorarse, entregarse por completo y
dejarlo todo para amar a plenitud? Justamente eso. Una de las razones por las
que no debemos encontrar a esas personas que nos den TODO, es porque cuando lo
tenemos todo, nos volvemos flojos, inútiles, vacios, simples gusanos mantenidos
y dependientes. Perdemos el norte, perdemos el querer hacer más, vivir más, conocer
más, arriesgarnos y cometer errores para crecer y seguirlo intentando. Dejan de
importarnos nuestros amigos, nuestro trabajo, nuestra carrera, nuestros hobbies
y placeres individuales, y creemos que esa persona puede convertirse en la
fuente de ABSOLUTAMENTE TODO cuanto necesitamos. Que idea tan absurda.
¿Cuál será el amor verdadero entonces? ¿Será el amor de los
perros que llegan, lo hacen y salen corriendo al terminar? ¿Será el amor de los
gatos que se muerden y se lastiman, gritan y se odian por instantes en medio de
su lujuria? ¿Será el amor de Romeo y Julieta, quienes fueron capaces de dejar
de vivir porque no podían estar sin el otro? Hablemos de dependencia, falta de
autoestima y adicción. ¿Será el amor de las princesas de Disney, confinadas a
un castillo, a ser inútiles sin el príncipe, ignorantes, debiluchas y
pisoteadas?
Quizás nunca sepamos la realidad del amor, cuando cada ser
humano, cada canción, cada película y cada nota nos cuentan una historia
diferente. Quizás el amor sea el más grande misterio de la humanidad. Quizás no
vale la pena siquiera intentarlo, o quizás si.
Quizás, amor, quizás, nada.
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