Me hundo, puedo sentirlo. Es como
si las sombras se hiciesen cada vez más grandes, cada vez más fuertes, como si
la oscuridad fuese ganando más y más terreno.
Y entonces… palabras tras
palabras, errores tras errores, lágrimas tras lágrimas. Cada vez más hondo y
cada vez más oscuro.
Es como estar atrapado en un
remolino, no sé nadar, el agua oscura, turbia, fría me arrastra de un lado al
otro, y yo simplemente me rindo a su fuerza, me dejo llevar, me dejo hundir, me
dejo arrastrar.
Y oigo el grito ahogado de mi
alma pidiendo ayuda, pidiéndome que luche, que sonría, que me esfuerce, que
haga más… pero son gritos en vano, hace rato que el agua me cubre los oídos y
su ruido es mucho más fuerte.
Sólo logro ver las nubes oscuras
agolpándose cuando el viento me da un respiro y el agua me deja subir un poco,
como si se burlase de mí, como si me tentara a luchar un poco más antes de
recordarme que no tengo fuerzas para hacerlo.
He perdido todo, he perdido la
sonrisa, he perdido las ganas, he perdido el deseo, he perdido el norte, arriba
y abajo parecen iguales a mis ojos y a mi mente. Me siento abandonado, solo,
perdido, la oscuridad lo es todo, el frío lo es todo, el ruido de las aguas
implacables lo es todo.
Y me hundo…
Y me hundo…
Y…