Hace años, en un momento de necesidad, descubrí un sitio web llamado CouchSurfing, una comunidad global para personas que todavía creen en las personas y en su capacidad de brindar ayuda desinteresada a quien lo necesite.
A través del sitio contacté algunas personas en Canadá, y ya desde ahí todo fue una locura, había tantas personas dispuestas a recibirme y brindarme el mejor trato y atención posibles. Pero debía elegir, y eso hice, comparando la información de los perfiles y viendo lo más adecuado según mi personalidad y mis necesidades del momento. La experiencia fue inolvidable, no se limitaron a recibirme en su casa, sino que me trataron como parte de la familia, como un hijo que regresa a casa después de un largo tiempo. Y para siempre los tendré en mi mente como una especie de padres adoptivos a distancia.
Al volver a Venezuela, sentí que lo más apropiado sería devolver al universo la cantidad de favores, bendiciones y cosas positivas que había recibido, me decidí a ser más activo en el sitio, participar en las discusiones, en las reuniones, recibir más personas en mi hogar y tratar de brindarles la mejor atención posible. Pero descubrí que, aunque los miembros del CouchSurfing cumplían con su propósito de servir de guías y anfitriones, como todo en esta vida, no estaba exento de las cagadas frecuentes en el resto de las redes sociales y sistemas organizacionales a nivel mundial.
Lo primero que uno se consigue son “LOS TÍPICOS XENOFÍLICOS”, que lo primero que ven es la procedencia de las personas, dando preferencia a los europeos y norteamericanos como si fuesen mejores que todos los demás, o como si dejaran flores y billetes en el baño. Quizás les falta la experiencia de compartir con personas de otras partes del país y darse cuenta que hay mucho que aprender entre nosotros mismos.
Luego están “LOS DONJUANES” (y las también), que creen que cada huésped es la oportunidad de conseguirse una esposa o un marido que lo lleve consigo fuera del país a una vida de ensueños y riquezas. Quizás deberían aprender a valerse por sus propios medios para encontrar el fin de su soledad (o de su “verano”) y sus oportunidades de progreso.
Después vienen “LOS PARÁSITOS”, esos que creen que ser anfitrión es sinónimo de ser esclavo, y piensan que un buen anfitrión es el que deja de comer, de trabajar, de estudiar, en fin, de vivir, para andar pendiente de las necesidades de sus huéspedes. Quizás estos deberían cotejar el ser recibido en casa de un conocido con esa idea de aventura, de arriesgarse y explorar (que al menos una consulta sobre sitios recomendados podrán hacer donde lleguen y es perfectamente válido).
Siguen “LOS VISITANTES DE LUJO”, que quizás es que les da flojera leer los perfiles antes de enviar las solicitudes de hospedaje, o quizás no han terminado de entender que en el CouchSurfing la gente ofrece sus hogares, con lo poco o lo mucho que puedan tener para recibirles, y llegan esperando comidas especiales, los mejores servicios y las más finas comodidades. Quizás a estos les vendría bien recordar que existen hoteles y posadas.
Además están “LOS SEDIENTOS DE PODER”, que creen que el sitio les va a ofrecer los contactos con Bill Gates o Donald Trump y se van a arreglar la vida, y entonces, los títulos que se les otorgan se les suben a la cabeza y creen que son mandatarios nacionales, necesarios para representarnos en asuntos de vital importancia. Como si un miembro más o menos en alguna ciudad pudiese causar una guerra mundial o una hambruna, un fallo en la economía global o la proliferación de algún tipo de peste. Quizás estos deberían recordar que su misión es apoyar el desarrollo de la red y animar a más personas a participar, proporcionar ayuda y guías para experiencias más completas y positivas en su país o ciudad.
Y finalmente, porque no hay grupo, organización o club en Venezuela que no sufra de la presencia de “LOS APÁTICOS Y/O INGRATOS”, aquellos que usan el sitio sólo cuando ellos lo necesitan, o que se limitan a recibir a las personas en su casa y sienten que eso ya es demasiado favor, lo que pase después con el huésped no es su problema, ni les interesa. Quizás deberían ser recibidos por gente como ellos, para que lleven una cucharada de su propia medicina.
Yo se lo que muchos estarán pensando al terminar de leer esta entrada. ¿Qué hago yo como parte del CouchSurfing para cambiar o mejorar algo de esto? Nada. Porque para mi la experiencia del CouchSurfing no consiste en ganar poder o acumular rangos y referencias, en organizar mejores eventos, ser el alma de la fiesta o proyectarme hacia fuera del país. No busco amores, ni servidumbre, ni selecciono a mis huéspedes por su procedencia o cantidad de efectivo o su atractivo.
Para mi el CouchSurfing es una oportunidad excelente de ejercitar la hospitalidad, la bondad y la amistad; es un método genial para hacer nuevas amistades, comenzando en mi propia ciudad y mi país; es una ventana para conocer el mundo a través de los ojos de quienes llegan a mi y requieren mi ayuda; es una forma de generar energías positivas en el universo y recibir la dicha de un abrazo y una sonrisa agradecida, y la bendición de sentirme capaz de cambiar la vida de las personas compartiendo un poco de la mía.